AUTOR: PROF.
JUAN ALBERTO CHUNGA ESPINOZA
CIENCIAS HISTÓRICO SOCIALES Y
FILOSFÍA-UNPRG
2.1. La educación en los ayllus del
Perú.
Esta demostrada la existencia de un comunismo
de tribu como origen de los pueblos conocidos en el mundo. Los primeros seres
humanos que habitaron en el antiguo Perú, sin duda alguna, fueron las hornas de
los clanes errantes los que conformaron los ayllus y éstos las tribus
sedentarias o comunidades primitivas. En esta agrupación primitiva tuvo mayor
presencia los ayllus, que también fueron errantes y luego sedentarios; de este
modo, integraron la comunidad primitiva del Perú. Asentada sobre la propiedad
común de la tierra, y unida por vínculos de sangre, eran sus miembros
individuos libres, con derechos iguales, que ajustaban su vida a las
resoluciones de un consejo, formado democráticamente por todos los adultos
hombres y mujeres de la tribu.
Más
adelante, los adultos explicaban a los niños, cuando las ocasiones lo exigían,
cómo debían de conducirse en determinadas circunstancias.
En
el lenguaje grato a los educadores de hoy, diríamos que en las comunidades
primitivas la enseñanza era para la vida por medio de la vida: para aprender a
manejar el arco, el niño cazaba; para aprender a guiar una piragua, navegaba.
Si los padres dejaban a los niños en completa libertad, ¿cómo todos los adultos
resultaban después idénticos?, ¿en virtud de qué la anarquía de la infancia, se
transformaba en la disciplina de la madurez?. Todo eso se producía por la
concepción del mundo, pues el primitivo supuso, que la Naturaleza estaba
organizada en igual forma: su religión fue por eso una religión sin dioses. Los
primitivos creían, en efecto, en fuerzas difusas que impregnaban a todo lo
existente, de la misma manera como las influencias sociales impregnaban a todos
los miembros de la tribu. Bastaba tal modo de pensar y actuar de los adultos
para que los niños se autodisciplinaran.
De
esta concepción (la única posible en una sociedad rudimentaria en que todos los
miembros ocupaban un sitio igual en la producción) deriva lógicamente el ideal
pedagógico al cual los niños debían de ajustarse. El «deber ser», en el cual
estaba la raíz del hecho educativo, les era sugerido por su medio social desde
el momento mismo de nacer. Con el idioma que aprendían a hablar recibían una
cierta manera de asociar o de idear; con las cosas que veían y las voces que
escuchaban, se impregnan de ideas y sentimientos elaborados por generaciones
anteriores; se sumergían de manera irresistible en un orden social que los
influenciaba y moldeaba. Nada veían, nada sentían sino a través de maneras
consagradas en su grupo. Su conciencia era un fragmento de la conciencia
social, y se desenvolvía dentro de ella.
De
modo tal que antes que el niño bajara de las espaldas de la madre había
recibido, de manera confusa todavía, pero con relieves ponderables, el ideal
pedagógico que su grupo consideraba fundamental para la propia existencia. ¿En
qué consistía ese ideal?; en adquirir, hasta hacerlo imperativo como una
tendencia orgánica, el sentimiento profundo de que no había nada, absolutamente
nada, superior a los Intereses y las necesidades de la tribu.
En
la comunidad primitiva, los fines de la educación derivan de la estructura
homogénea del ambiente social, se identifican con los intereses comunes al
grupo y se realizan igualitariamente en todos sus miembros de manera espontánea
e integral: «espontánea» en cuanto no existe ninguna institución destinada a
inculcarlos; «integral», en cuanto cada miembro incorpora más o menos bien todo
lo que en dicha comunidad es posible recibir y elaborar.
Este
concepto de la educación como una función espontánea de la sociedad, mediante
la cual la prole se asemeja a los adultos, dejó de serlo cuando la comunidad
primitiva se fue transformando lentamente en sociedad dividida en clases, por
la distribución de los productos, la administración de Injusticia, la dirección
de la guerra, la inspección del régimen de riego, etc. En consecuencia, la
educación no estaba confiada en nadie en especial, sino a la vigilancia difusa
del ambiente, orientada a un fin práctico, útil para la vida.
2.2. La filosofía incásica.
El
hombre era un punto del universo, el ser más evolucionado de los
microorganismos de la materia por acciones cósmicas ignotas. Esta forma de
aparición del hombre fue concebida por los Incas, al pensar que el hombre
procede de la Naturaleza ,
concretamente de la
Pachamama.
El
cosmos es el mundo, el universo, el conjunto de todas las cosas que existen en
él, los seres orgánicos e inorgánicos, las fuerzas de gravitación universal, y
todos los entes del espacio infinito. Pero, en sentido restringido, el planeta
Tierra es el cosmos del hombre por ser su escenario inmediato. Según la
filosofía Incásica, el planeta Tierra era el mundo del hombre, de él viene y a
él vuelve; que contiene el pasado, el presente y el futuro del hombre, y su
relación era la total armonía. En cambio, los españoles eran idealistas, que
concebían su vida en lucha constante con la Naturaleza , con todos
los hombres del mundo para supervivir con más bienes materiales.
En
el seno del Tahuantinsuyo, los pueblos agrupados en ayllus fueron iguales en su
trato, hubo pueblos de distintos colores de piel, que iban desde el blanco
hasta el cobrizo más intenso; este carácter multirracial del incario lo
constataron los propios cronistas españoles, que se encontraron con que aquí
también habían pueblos con la piel más blanca que los españoles, pero aquí
también habían pueblos con la piel más obscura, sin embargo, los incarios no
tuvieron el criterio del racismo, porque pensaban en la raza única de la especie
humana. La historia prueba que el racismo nació en el Occidente, como una
expresión de la mentira, la expoliación y el sojuzgamiento al que sometieron a
otros pueblos.
Otras
características peculiares de la nación Incaria fueron, sus inventos, la
cultura como la civilización al servicio de todos; mientras los imperios
occidentales nunca fueron portadores del progreso ni de la cultura, sino de la
opresión, la violencia y la sujeción; porque carecieron del sentido
comunitarista.
Para
los Incas, la medida del valor de las personas estaba dada por su aporte en
beneficio de la comunidad. En esta forma de encarar la existencia, el valor
social recaía sobre quienes mostraban adhesión con su ayllu y su nación, y no
sobre quienes hacían ostentación personal de sus riquezas; todos habían sido
formados en este criterio, que constituía su psicología de base; a nadie se le
habría ocurrido en el Tahuantinsuyo acumular riquezas, pues no se conoció la
propiedad privada. Para el occidental, el lucro y el amor a sí propio fue su
psicología de base.
En
los pueblos del Tahuantinsuyo hubo un elevado enfoque de la propia existencia;
pues, no vieron, por ejemplo, en los metales preciosos un medio de acumulación
de riquezas, sino como simples objetos que permitían expresar la belleza. Para
los Incas el oro y la plata eran obsequios de Pachamama, el trabajo en ella era
vivir alegremente, como gobernar era hacer que todos trabajen con alegría.
En
cambio, el occidental aportó al mundo la desocupación, la explotación, el
engaño, la miseria, la ociosidad, etc.
A
nuestro juicio, la economía debe estar al servicio de la sociedad, la
organización económica un derivado de la organización social. En el
Tahuantinsuyo, los ayllus no sólo eran unidades sociales de base, sino también
centros de producción económica. En el Occidente ocurrieron las cosas de otra
manera: allí para que pudiera desenvolverse la economía esclavista debió la
sociedad condenar a la mayoría de su población a la esclavitud y a su vez
encumbrar a los esclavistas; cuando a la economía esclavista le sucedió la
feudal, hicieron su aparición los señores feudales y los siervos de la tierra;
y cuando, finalmente, al feudalismo le siguió la economía capitalista, en la
sociedad se encumbraron a los burgueses en la cúspide, mientras los proletarios
caían en los abismos de la sociedad. En todos esos casos, la sociedad jugó un
papel subsidiario de explotación.
Además,
las leyes naturales son las que regulan la dinámica de todas las cosas en su
conjunto, donde el hombre se halla inmerso en estrecha interacción. Nadie
podría desdeñar esta verdad incontrovertible, fuente de todas las ciencias. En
este entender, las necesidades humanas son científicas, y todo esfuerzo humano
debería orientarse hacia su satisfacción, sin discriminación; puesto que las
leyes naturales no son discriminatorias. Por eso, creemos que las concepciones
filosóficas de los Incas fueron científicas. Mientras que al finalizar el siglo
XX, la sociedad peruana vive con prejuicios filosóficos; parte de éstos
constituyen los contenidos educativos que se les trasmite en todos los niveles
y modalidades de la
Educación Peruana.
2.3. La cultura científica.
Algo
evidente; todo conocimiento científico parte de la experiencia directa, así
como la filosofía de las leyes naturales. La concepción incásica de la vida y
el mundo tuvo como punto de partida una Visión integrada y unitaria del
universo. En cambio, los occidentales tuvieron una perspectiva homocéntrica.
Para
los incásicos, Pachamama unía el espacio con el tiempo, que el pasado genera el
presente, como éste el futuro; que Pachamama contiene el germen de los seres
que viven sobre ella y nadie puede ser Propietario de ella, que el hombre es de
ella. En tanto, los occidentales se hacían por sí y ante sí dueños de tierras.
En
base de estas premisas, en el Tahuantinsuyo se gobernaba para el bien general,
con el principio extraordinario: gobernar es hacer que todos trabajen con
alegría en beneficio de la comunidad; no existió el Pensamiento de acumular
riquezas en desmedro de su ayllu. En cambio, los occidentales eran narcisistas.
En
el Tahuantinsuyo hubieron pueblos de distintos colores de piel, que iban desde
el blanco hasta el cobrizo, sin embargo no hubo racismo, la relación hombre -
mujer no era tan desigual en la vida preamericana. La relegación de la mujer y
el racismo fueron introducidos por los occidentales, como también los
desajustes sociales que se dieron, debido a la atrevida sustitución de las
leyes naturales por las leyes sociales. Esto se hizo clarividente en España de la
vieja Europa, donde el hombre ignoró que vive gracias a la conjunción de los
cuatro elementos constitutivos de la vida: nitrógeno, hidrógeno, oxígeno y
carbono.
La
cultura Inkaria no fue un imperio, sino una expansión cultural, eminentemente
socialista, como lo prueban sus ayllus con su ayni, minca, kamachico; su idioma
quechua de elevado carácter social; sus descubrimientos, inventos y creaciones
también tuvieron sentido social, sirvieron para elevar su status de vida y
proseguir la exploración de todo cuanto existe en la Naturaleza , manteniendo
la unidad física e ideológica de sus habitantes; sin descuidar la atención a
sus niños, y la jubilación del hombre del trabajo productivo. Entre sus
actividades científicas, son importantes los calendarios, como una forma de
atrapar los movimientos del Sistema Solar que influyen decisivamente en la vida
echas; las construcciones de los seres, sobre todo en las siembras y cosechas;
las construcciones de sus canales de irrigación, como grandiosas obras de
ingeniería; los extraordinarios conocimientos de Botánica, Física, Química,
etc.; como genistas insuperables produjeron el maíz, perfeccionaron el cultivo
de la papa, cultivaron el algodón inclusive en colores; los alcances en la
medicina, realizaron trepanaciones, momificaciones, etc.; sus dominios en la
estética, el arte, la cerámica fueron asombrosos; su conducta social, moral,
solidaria y fraternal constituyeron el paradigma de la más alta dignidad
humana. Dichos valores, no obstante el vasallaje español y neoespañol por
espacio de 448 años, siguen siendo la gran reserva moral y cultural del futuro.
En
la sociedad Inkaria no se conoció la «propiedad privada», porque su estilo de
vida fue comunitario; se practicó el principio: todos para uno y uno para
todos, por la naturaleza de sus ayllus, instituidos a similitud de la gran
dinámica del cosmos. Estos y otros hechos reales no fueron para menos, cobraron
trascendencia mundial. En China popular se «ensaya la comuna nutrida por la
experiencia del ayllu y el calpulli inkarios»; como en Rusia, el Soviet. El
pensamiento cósmico de los Incarios
influyó
sobre Carlos Darwin para la elaboración de su teoría evolucionista de los seres
vivientes. Igualmente, influyó sobre Carlos Marx para la creación de su método
científico el marxismo. A nivel mundial, lo único que enorgullece al Perú es su
cultura Inkaria, que aún detenta minimizada, como reserva cultural del mundo
cuadridimensional; pero a ello habría que agregar la frase «Lo único que vale
en América es su cultura Inkaica».(2)
Con
hidalguía conviene declarar, que no contamos con las fuentes verídicas y
absolutas de la maravillosa cultura inkásica. Es cierto, que los quipus cobran
su testimonio, sin embargo, las tradiciones escritas no son sino historias
occidentalizadas, vale decir, que hay mucho por conocer.
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2.4. La educación dialéctica.
La educación Inkaria fue inspirada en la
dialéctica natural del cosmos, el desarrollo de la realidad circundante y las
necesidades humanas.
Sus
fines educativos fueron determinados por la dinámica de todas las cosas en su
conjunto, como por el propósito de elevar el nivel de vida de la sociedad
comunitaria, sin mezquindades personales. La educación en el Occidente tuvo un
fin individualista, debido a su concepción subjetivista del mundo. El amor a la
tierra fue uno de los fines concretos de la educación Inkaria; porque era su
madre y protectora de su vida con equidad. En los españoles había la mentalidad
de lucha antagónica por el interés del dominio de clase, de expansión y
obtención de bienes materiales, generando en sus relaciones sociales el
esclavismo y el feudalismo.
Para
el Incásico el trabajo fue una virtud, como decir la verdad, el no mentir ni
robar; porque estaba plasmado así a través de los fines concretos de su
educación. El español llevaba consigo una lacra social debido a su concepción
fatalista de la vida, y apasionamiento por la propiedad privada.
El
Perú histórico tuvo una educación auténtica, eminentemente hogareña y práctica,
sin recetas extranjeras que aplicar ni modelos que copiar. Su sistema educativo
fue elaborado acorde al diario crepitar de sus conocimientos, siendo su máxima
expresión las Yachayhuasi, las acllahuasi, los quipus, los ayllus y los
capullis; además los ritos, cantos y bailes que practicaron con sentimientos
fraternales y fines de solidaridad. Hoy, el Perú en su vida republicana, con
los prejuicios importados por los españoles practica a lo largo y ancho de su
territorio, actos inmorales, pauperizantes y de autodestrucción.
En
base de las tradiciones y testimonios escritos por los cronistas españoles y
criollos, como por las aseveraciones de historiadores y sociólogos nacionales,
se llega a la evidencia que la educación Inkaria estuvo impartida en forma viva
por el hogar y el gobierno, orientada por una filosofía cósmica. El hogar
proporcionaba la educación elemental y popular, con carácter naturalista,
religioso, mítico y clasista, en el siguiente contexto: idioma, buenas
costumbres, labores agrícolas, habilidades manuales, sumisión incondicional a
las autoridades, y sus ideales: apego a la tierra natal, amor familiar, sentido
de unidad, sentido de responsabilidad, formación del hombre creador. Mientras
la educación dirigida por el gobierno estaba destinada a la nobleza, a la
élite, bajo la dirección de los amautas.
2.5. ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD INCA
La sociedad Inca se caracterizaba por marcadas
jerarquías, que colocaban en la cabeza el poder absoluto del Inca; seguido por
la nobleza, también llamada orejones, título que les fue adjudicado por los
españoles, dada la deformación de sus lóbulos, originada por llevar pesados
ornamentos que los diferenciaban de los demás.
Siguiendo la escala social del imperio, estaban los runas
o mitimaes, considerados como gente vulgar, es decir, eran el común de los
habitantes del imperio, quienes también tenían tareas obligatorias en las
mitas. Finalmente, estaban los yanacona o yanakunas, que eran los sirvientes de
la casa.
Sabemos que el pueblo inca fue estrictamente
conquistador. Sus conquistados resultaron unificados no solo bajo una
autoridad, sino en una cultura, que dio un cuerpo religioso y conceptual cuya
expresión fue la introducción de ritos y costumbres propias del imperio Inca.
Para ello, utilizaron diversos mecanismos para conciliar la disparidad
cultural. El primero fue la implantación del Runa Simi o Quechua como el idioma
oficial a lo largo del territorio.
Como segundo paso, establecieron una organización social
basada en principios morales de obediencia y modelación de la convivencia.
Estos tres principios, que resumían cómo debía vivir un habitante del imperio,
fueron las leyes básicas del Tahuantinsuyo Ama Súa (no seas ladrón), Ama Llulla
(no seas mentiroso) y Ama Kella (no seas perezoso).
Nadie puede discutir la espectacular organización inca,
no solo por el manejo del inmenso territorio, sino además por el éxito de la
conducta paternalista de la nobleza inca. Pese a que la autoridad en el imperio
era unipersonal, es decir, comparable a una monarquía europea de aquellas
épocas, la población del imperio nunca pasó hambrunas ni privaciones.
Este equilibrio social actualmente es conceptuado por los
estudiosos extranjeros básicamente desde dos enfoques: a partir de un
entendimiento de clases o castas sociales a la usanza del medioevo europeo, se
lo entiende como un sistema esclavizador o como social-imperialista estudiado a
partir de los runas, es decir, desde el entendimiento de las estructuras
sociales que impusieron.
Por lo mencionado, el Tahuantinsuyo merece un título
especial entre las sociedades de mayor desarrollo, considerando tanto sus
actividades productivas y artísticas, como su planificación social y política,
además de su concepción religiosa que propugnaba un equilibrio pleno entre las
actividades del ser humano y la naturaleza o el medio ambiente. Y, finalmente,
por su sapiencia en incorporar a su cultura y conocimientos todo aquello que
era sobresaliente en sus conquistados.
La estructura de la sociedad inca estaba asentada
fundamentalmente en el ayllu, si bien existía un nivel organizativo inferior,
que era la familia. La familia era endogámica, patrilineal y monogámica, aunque
en función de la riqueza adquirida por algunos individuos ésta podía ser
poligínica. El pueblo inca, para ser propietario de la tierra, se organizó en
clanes patrilineales endogámicos, áyllus, que en este sentido eran unidades de
parentesco cuyos miembros se consideraban descendientes de un antepasado común.
Este nivel organizativo afectaba a toda la sociedad, de manera que el Inca
también tenía su grupo de parentesco, denominado panaca, que estaba formado por
los descendientes varones del rey, salvo su heredero, que habría de formar su
propia panaca. Así pues, era también un concepto que implicaba territorialidad.
El complicado sistema administrativo inca generó un amplio nivel de
funcionarios, cuyos miembros pertenecían, en un principio, a la panaca real,
pero que a medida que se fue ampliando el imperio se complementó con la nobleza
local -los curacas- de los territorios conquistados. De esta manera, cada
asentamiento tenía su propio dirigente, que dependía de un curaca encargado del
gobierno de un territorio. Varios nobles locales dependían a su vez de otro de
rango superior, y éste de los funcionarios del Cuzco. Los incas dejaron intacta
la jerarquía local de los pueblos conquistados, aunque los hijos de sus
gobernantes fueron enviados al Cuzco donde, además de la fidelidad de su padre,
sufrieron profundos cambios aculturativos. Estos nobles reales -orejones- y
locales administraron el imperio inca por medio de quipus y principios que se
basaban en la tripartición, el dualismo y la división decimal. El sistema se
basa en una ideología compleja que dividía los espacios sagrados en torno al
Cuzco y, por medio de ellos, de todo el imperio, quedando seccionado en cuatro
grandes territorios que tenían su contrapartida en las direcciones del
universo: Chinchasuyu al norte, Collasuyu al sur, Antisuyu al este y Contisuyu
al oeste. Estos cuatro cuartos se organizan a su vez en el Cuzco en dos
mitades: Hurin Cuzco (Contisuyu y Collasuyu, el Bajo Cuzco) y Hanan Cuzco
(Chinchasuyu y Antisuyu, el Alto Cuzco). Por último, cada barrio se divide en
tres secciones, y cada sección en tres ceques, cada uno con su propio nombre.
La población en su conjunto estuvo organizada por un sistema decimal en grupos
de 10, 500, 1.000, etc. familias, a cuyo cargo estaban personas de cada vez
mayor prestigio hasta llegar al curaca. Entre el segmento dirigente y el
plebeyo encargado de mantener el sistema productivo, hubo multitud de oficios
que, en función del prestigio, estratificaron la sociedad inca; si bien siempre
pertenecían a este segundo segmento. De ellos salían también los colonos
mitmaquna, grupos de colonos que eran desplazados a otros territorios, bien
para incanizarlos, bien para mantener el sistema productivo mediante la
prestación en grupos del trabajo en mita. En lo alto de la pirámide social
incaica se emplazó el emperador, que se hizo descender de Inti, el dios del sol
y tuvo un carácter divino. Sin menoscabo de casarse con la nobleza de otras
regiones conquistadas, el Inka se casó con una hermana, Colla, y tuvieron una
herencia compartida; un rasgo que pueden haber heredado de las instituciones y
organización Chimú
2.6. CARACTERISTICAS DE LA SOCIEDAD INCA
La educación
inca estaba dividida en dos niveles, una para la élite, esto es la nobleza y
que era una educación formal que duraba aproximadamente 4 años y se impartía en
los "yachayhuasi" (Casa del Saber) y los "acllahuasi" (Casa
de las Vírgenes). En la primera se enseñaban principalmente, lengua y retórica,
religión, matemáticas, el arte de los quipus, historia, conocimientos esotéricos,
estrategia política y militar. Los alumnos eran varones hijos del inca y de la
nobleza y de curacas de los pueblos conquistados. En el Cuzco, en la llamada
Casa de las Serpientes se reunían los alumnos con los amautas (maestros), y con
los quipucamayoc que pertenecían a la descendencia de cada uno de los incas y
eran los encargados de contar la historia oficial. Desde la época de Pachacutec
(1438-1471) los quipucamayoc estaban obligados a hacer cantares históricos
relativos a las hazañas de cada Inca. A la muerte de un inca se reunía a estos
historiadores para investigar si el Inca debía ser honrado por su valentía o
buen gobierno. Un Consejo de ancianos analizaba la historia y si el inca había
perdido algunas de las provincias recibidas de su padre y "hubiese usado
de bajezas y poquedades o había salido cobarde, amigo de holgar y dado a
vicios, sin acrecentar el señorío de su imperio", como cuentan los
cronistas, mandaba que de este quedase poca memoria o casi ninguna.
Algunos cronistas llegan a mencionar que hubieron hasta 90
Incas, pero solo 14 fueron los merecedores a quedar registrados por la memoria
colectiva. Estas hazañas eran compuestas "por las retóricas abundantes de
palabras que supieran contar los hechos en buen orden".
En algunas celebraciones incas, principalmente en el
Intiraymi (Fiesta del Sol) en los días de nacimiento, en bodas, en los
entierros se sacaban los fardos funerarios de los antiguos gobernantes y el
quipucamayoc contaba la historia de su antecesor ayudado por instrumentos
mnemotécnicos de los quipus.
Los quipus eran un conjunto de cuerdas de diversos
tamaños, colores y clases de lana, unidas por nudos, que tenían una doble
lectura: por cuerda o de conjunto. Habían quipus estadísticos, ideográficos e
históricos que permitía registrar sucesos.
A las mujeres les enseñaban el arte del tejido fino,
religión, artes culinarias y normas sociales cortesanas.
La educación para el resto de la población era más
empírico y concernía a los campesinos. Esta educación era obra de la familia y
de la sociedad en su conjunto.
2.7. PARA
QUIÉNES ESTABA RESERVADA LA EDUCACIÓN EN
EL INCANATO Y EN QUE INSITUCIONES SE IMPARTÍA
La educación en el imperio incaico estaba reservada a
los nobles y se impartía en escuelas ubicadas en la ciudad de Cuzco. Se les
enseñaba aritmética y astronomía. Teniendo en cuenta que la economía estaba
basada en la agricultura se comprende la importancia de estas ciencias para
medir las tierras, y calcular los cambios de estaciones.
Los amautas eran los encargados de enseñar los preceptos
religiosos, los conocimientos políticos, históricos y el manejo de los quipus.
El resto del pueblo no tenía acceso a una educación
sistemática. Se procuraba, no obstante, que todos los habitantes del imperio
aprendieran el quechua, pero más por intereses políticos, que educativos.
No se puede afirmar categóricamente que los Incas no
conocían la escritura pues siendo un pueblo altamente evolucionado, es posible
que en los quipus y las complicadas inscripciones rupestres, así como en los
diseños textiles (tocapus), se encuentre la clave de su grafía. La existencia
de tradiciones verbales sobre las leyendas del incanato y la riqueza de sus
fábulaus hacen indiscutible la existencia de una literatura, cuya expresión más
difundida es el drama "Ollantay".
2.8. EL “MAGISTERIO”
DE LA SOCIEDAD INCAICA
Los padres eran los educadores por excelencia entre la
gente común. Enseñaban a los varones a cultivar, cazar, hacer cerámica, tejer,
y a las mujeres a cocinar, limpiar y cuidar a los animales.
Aparte de esta instrucción, se ocupaban de ilustrarlos
sobre el comportamiento social adecuado. Esta educación tenía una doble
vertiente: positiva, de buenos consejos, y correctiva, castigándolos cuando
violaban las pautas de comportamiento establecidas. Los castigos se proferían,
a veces, de forma muy violenta, como azotando o rasguñando con espinas muy
filosas.
Tras los padres, los ancianos constituían el segundo
nivel pedagógico. Su influencia educativa era enorme porque se los consideraba
depositarios de dos valores fundamentales: experiencia y tiempo.
Sólo los hijos de la familia real y de los nobles
concurrían a las escuelas. Se creía que las ciencias le pertenecían solamente a
ellos.
La enseñanza de las escuelas se limitaba a
aprender contenidos de memoria. Comprendía un extenso programa de religión,
gobierno, urbanidad, arte militar, cronología, historia, educación de los
hijos, poesía, música, filosofía y astrología.
Los maestros se llamaban amautas, que es sinónimo de
sabio o filósofo, y eran muy estimados.
Las escuelas se concentraban en un barrio de Cuzco y se
denominaban Yacha huaci, o casa de enseñanza. Allí vivían los amautas y
los haravec, o poetas.
Lo verdaderamente sorprendente es que toda esta enseñanza
la hicieran con tan sólo la ayuda de los quipus, o cuentas de nudos, donde
registraban su historia, su legislación, su demografía y los ingresos y gastos
estatales.
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